RUMIACIÓN, LA MÁS IMPORTANTE MANIFESTACIÓN DE BIENESTAR ANIMAL.

Texto: Paulo Roberto Frenzel  Muhlbach.
Ingeniero Agrónomo, MSc.  en zootecnia de la UFRGS.  Dr.sc.agr. de la Universidad Christian Albrechts de Kiel, Alemania.  Profesor  asociado y retirado del Departamento de Zootecnia de la Facultad de Agronomia, UFRGS.

La producción pecuaria con animales “felices” será cada vez más una demanda del mercado consumidor que se preocupa con la calidad y origen del producto animal y sus respectivos derivados, y en un futuro no muy distante, probablemente, las propiedades lecheras deberán tener certificación también para este aspecto.

El efecto de la dieta en la rumiación.

En la rumiación el animal regurgita el bolo alimentar fibroso a la boca, re-masticándolo demoradamente de modo que propicie una mayor fragmentación de las partículas favoreciendo la acción de los microorganismos para un mejor aprovechamiento de los alimentos en el rumen, y propiciando el paso de las partículas no digeridas para adelante del tracto digestivo, ejerciendo, por tanto, un gran efecto sobre la capacidad de  consumo.

Al mismo tiempo, por los movimientos mandibulares de esta re-masticación intensa, las glándulas salivares son estimuladas a producir secreción. Este comportamiento es innato de todos los rumiantes y son seguidos por periodos de alimentación alternándose dichos períodos (alimentación y rumiación) durante todo el día en ciclos, cuya duración dependerá principalmente del tamaño de cada refección y de la composición de la dieta. Por ejemplo vacas lecheras pueden necesitar de 25 a 80 minutos de rumiación por kilogramo de materia seca  de alimento voluminoso (fibroso) consumido. Normalmente el animal destina 1/3 del ciclo diario (en torno de 8 horas – 450 a 500 minutos) a la rumiación queriendo la vaca lechera  preferiblemente realizarla echada confortablemente, priorizando el periodo nocturno.

Por tanto el rumiante tiene una necesidad natural de rumiar y, en la medida de que esta demanda no sea atendida, podrán surgir alteraciones de comportamiento.

Una dieta bien balanceada con un porcentaje de fibra adecuada y suficientemente estructurada deberá resultar en una rumiación prolongada e intensa que provocará una secreción de saliva que podrá llegar hasta 250 litros/día. La saliva, con su elevado poder tampón (rica en bicarbonato) es fundamental para neutralizar la acidez producida por la fermentación de los alimentos en el rumen.

Cuando la rumiación y la consecuente secreción de saliva no son suficientes, se hace necesario el uso de aditivos tampones en la dieta como el bicarbonato de sodio y/o óxido de magnesio de manera que se disminuya el riesgo de acidosis en el rumen (caída del consumo, disminución del porcentaje de grasa en la leche) y los consecuentes problemas de pezuñas.

De aquí que como primera conclusión, podemos resaltar el importante efecto del manejo alimentar (composición de la dieta, tamaño de partícula, número y frecuencia de refecciones, manejo de las sobras en los comederos) sobre la rumiación, consumo de alimento y respuesta productiva.

El efecto del bienestar en la rumiación.

El tiempo dedicado a la rumiación es “sagrado”, pero podrá ser voluntariamente reducido en situaciones no confortables y de estrese  (falta de bienestar ambiental, enfermedad, sensación de dolor, ansiedad materna pos-parto, tratamientos de manejo sanitario) o de actividad excesiva durante el celo, proximidad al parto, necesidad de largas caminatas o reordenamiento de jerarquías cuando hay alteración en los lotes de alimentación.

El deficiente manejo ambiental, con el animal fuera de su “zona de confort”, o sea en un ambiente con temperatura y humedad relativa del aire excesivas, sobrecarga en los confinamientos, dificultad de acceso a los bebederos, malos tratos, instalaciones de “free-stall” mal dimensionadas y con camas inadecuadas o, en el caso de los animales en pastoreo, sin disponibilidad de sombra y agua fresca, corredores con barro y/o piedras, tendrán efectos negativos sobre el tiempo de rumiación.

Por ser una actividad fisiológica vital, la disminución de la rumiación debe ser considerada como una clara señal que la vaca emite cuando hay cualquier situación de anormalidad.

Así, el monitoreo de los periodos de rumiación permite chequear las condiciones de bienestar y salud del animal principalmente en las primeras semanas pos-parto, cuando las vacas lecheras está sometida a un estrese considerable y sujeta a disturbios digestivos, metabólicos y reproductivos con la consecuente mayor susceptibilidad a las mastitis. La duración del periodo ideal de rumiación deberá volver al normal al final de la primera semana pos-parto y ser mantenido a lo largo de la lactación.

Pasados unos tres a cuatro días después de la verificación de una caída en la duración de la rumiación generalmente podrá ser observada disminución en la producción de leche. Entonces el monitoreo permite la toma de medidas preventivas en relación a los posibles  agentes causadores de la falta de bienestar.

La automatización en el monitoreo de la rumiación.

Debemos tener en mente que la observación  permanente de la actividad de rumiación de una vaca debe ser considerada como una herramienta importantísima en el manejo diario pero que debido a las limitaciones en el tiempo y al creciente aumento del costo en la mano de obra, no es fácil de implementar.

Los pronósticos de continua demanda  de las empresas procesadoras y al mismo tiempo en que los recursos escasean, sugieren un incremento en el número de explotaciones lecheras intensificadas en ambientes confinados, con aumento en el número de animales por rebaño, lo que hace necesario la adopción de tecnología de automatización para el monitoreo del bienestar individual de la vaca lechera.

Fue desarrollado en Suiza un dispositivo que monitorea la actividad masticatoria de la vaca por medio de un especie de bozal y que puede detectar alteraciones en la rumiación (RumiWatch).

Recientemente fueron publicadas investigaciones realizadas en Italia con el empleo de un sistema automático de registro de tiempo individual de rumiación, y que permite la compilación de los resultados en intervalos de dos horas. En uno de los experimentos conducidos en el verano en sistema “free-stall”, quedó demostrado que el estrese bajo temperatura elevada está asociado a la disminución del tiempo de la rumiación, alterando el padrón diario de actividad a favor de una rumiación nocturna.

En otro trabajo del mismo equipo y con la misma tecnología, las observaciones fueron realizadas durante el periodo de transición de las vacas. El monitoreo demostró que las vacas con mastitis clínica presentaron disminución en el tiempo de rumiación algunos días antes del tratamiento de la enfermedad.

Los autores concluyen que el monitoreo automático del tiempo de rumiación auxilia en la predicción de la hora del parto y en la rápida obtención de informaciones sobre las condiciones de salud, especialmente durante un periodo crítico como es la transición de la vaca lechera.

Actualmente parece que la tecnología de monitoreo  electrónico está en uso creciente en los EEUU, principalmente en los grandes rebaños y en aquellos con limitaciones de mano de obra, posibilitando, con base en las alteraciones de comportamiento señalizadas por la actividad de la rumiación, la realización de acciones preventivas en relación al bienestar y salud general de las vacas además de la detección de los celos.

Apreciado productor de leche: cómo estará la rumiación de sus vacas lecheras?

Tomado de la revista LEITE INTEGRAL. Número 57 – Año 7 – Diciembre de 2013.